EL VALOR DE LA EMPATIA
EN EL QUEHACER EDUCATIVO UNIVERSITARIO
Arq. Enrique Adolfo
Simmonds Barrios, MSc.
Bogotá; Septiembre 21/2021.
Dentro de la jerga
popular hay un dicho que reza “Se atrapan
más moscas con miel que con hiel” y muchas interpretaciones han surgido a
raíz de éste. Sin embargo, todas ellas parecen tener un punto en común: la
empatía. Según la Real Academia Española[1] la
empatía es el sentimiento o la capacidad de identificarse con alguien y con sus
sentimientos; es decir, es como si una persona lograse ponerse en los zapatos de la otra. Al mismo tiempo, la psicóloga
Sara Montejano (2019)[2],
en su blog profesional PsicoGlobal, complementa lo anterior diciendo que la
empatía es uno de los requisitos de la inteligencia emocional y está vinculada
con la compresión, el apoyo y la escucha activa. Extrapolando este término a la
educación valdría la pena preguntarse ¿Qué
valor tiene entonces la empatía en el quehacer educativo universitario?
Esta será la interrogante que nos ayudará a orientar nuestra presente
reflexión.
Fuente: https://www.nwea.org/blog/2017/11-talking-points-for-teachers-preparing-students-for-the-map-test/ |
Según Martínez-Otero
(2011)[3], la
empatía supone la comprensión profunda, intelectual y emocional, de la
situación vital del otro; es decir, los aspectos cognitivos y los emocionales
son los que mayormente entran en este juego, siendo esta [la empatía] el punto
de partida de las relaciones sociales positivas, teniendo implicaciones en
todos los ámbitos: familia, escuela, trabajo, sociedad. Podría decirse entonces
que, la empatía es uno de los aspectos más relevantes que debe sobresalir en
nuestras prácticas educativas, puesto que, en la medida en que somos humanos y
compartimos dicha humanidad entre docentes y estudiantes, la empatía brindará
un mayor grado de conexión y compenetración entre los integrantes del grupo.
Fuente: https://www.understood.org/articles/en/teaching-with-empathy-why-its-important |
A este respecto, y
retomando las ideas del autor anteriormente citado, es de vital importancia que
dentro de las instituciones educativas (sin importar las modalidades: virtual o
presencial) se fomenten ambientes de cordialidad y confianza que permitan al
estudiante sentirse aceptado, valorado, seguro. En la medida en que un educando
pueda afianzar lo anterior, en esa misma medida, tendrá mejores experiencias de
aprendizaje, sentirá más confianza en sí mismo dentro de cada actividad que
realice, tendrá en todo momento una buena disposición para el aprendizaje y
práctica de contenidos educativos. Daniel Goleman, citado por Martínez-Otero
(2011), comenta que la “insuficiencia
empática” en entornos educativos podría ser muy negativa, ya que puede
tener un elevado costo emocional percibido incluso en edades adultas; cuando el
estudiante no se perciba aceptado, valorado e inseguro, habría más
posibilidades de que éste no se sienta en sintonía con el proceso educativo que
está llevando.
Fuente: https://www.cambridge.org/elt/blog/2018/12/06/creative-role-play-activity-using-improvisation/ |
En este mismo orden
de ideas, Moreno (2019)[4] en
el blog educativo Educación 3.0 afirma que el valor de la empatía en los
docentes ejerce un fuerte poder sobre los estudiantes ya que los motiva, los
estimula y es un punto clave para su desarrollo académico: esto se traduce en
una formación de calidad. Con esto se podría pensar que la empatía establece
una especie de vínculo o conexión cognitivo-afectiva entre docente y
estudiantes que permite fundamentar el hecho educativo sobre realidades
personales individuales contextualizadas.
Fuente: https://www.graduateprogram.org/2020/12/assisting-with-individual-professional-development-goals-for-teachers/ |
Asimismo, prosigue la
articulista citada anteriormente, para ser un profesor empático y convertirse
en un referente en la educación de los estudiantes es necesario comenzar por
tener una escucha activa, esta
característica mejora la relación profesor-estudiantes. Dentro de esta cualidad
podría decirse que está el interesarse por la opinión del alumno, comprenderlo
y brindarle apoyo emocional para entender cómo se siente en un momento
determinado. La psicóloga Mercedes Bermejo, citada por Moreno (2019) sostiene: “Para afianzar la adquisición del
aprendizaje, este debe ir unido a lo emocional porque con afecto todo se
interioriza mejor”. Estas palabras brindarían sustento a la idea inicial de
esta reflexión que partió del dicho popular. Adicional a lo anterior, el
docente debe saber escuchar a los
estudiantes, interpretar las señales no
verbales de ellos, mostrar
compresión y brindar ayuda emocional
personalizada.
Conjuntamente,
retomando las ideas de Montejano (2019) y complementando lo expuesto en el
párrafo anterior, una persona empática es capaz de demostrar una serie de
características dentro de su cotidianidad, en nuestro caso de reflexión, el
quehacer educativo. Según la psicóloga, éstas son:
·
Sensibilidad de sentir lo que
otros sienten, pero
sin que esto se convierta en arma de doble filo; es decir, manteniendo una “distancia educativa óptima”[5].
·
Gusto por escuchar, analizando el porqué de lo que
está sintiendo la persona y buscan dar respuesta acorde a ello.
·
No son extremistas, reconociendo que todo no es blanco o negro, sino que en medio hay
una amplia gama de grises.
·
Son respetuosas y tolerantes, especialmente ante las
decisiones tomadas por otros, aunque ellos no hubiesen tomado esas mismas
decisiones.
·
Entienden la comunicación no
verbal,
atendiendo también a los gestos, miradas, inflexiones, tonos de voz.
·
Creen en la bondad de las
personas, partiendo
siempre del principio que toda persona es buena, por lo menos hasta que no se
demuestre lo contrario.
·
Pueden tener un estilo de
comunicación pasivo, dejando de lado sus propios intereses y derechos, en pro de la empatía.
·
Hablan con cuidado, midiendo siempre sus palabras,
ya que saben que según como digan las cosas podrían lastimar a la otra persona.
·
Entienden que cada persona es
diferente,
sabiendo tratar a cada persona acorde a sus circunstancias personales y
particulares.
Fuente: https://www.teach.org/explore-teaching |
Finalmente, lo
anteriormente expresado ofrece un sustento al valor que tiene la empatía en la
formación, y se aprecia que no es sólo se da en un ámbito universitario, sino en
cualquier nivel educativo, siendo ésta un aspecto fundamental dentro de todo
proceso formativo, intentando con esto llegar a adoptar un “estilo educativo empático”.
Según es dicho por Martínez-Otero (2011), este estilo puede entenderse como un proceso
cognitivo y afectivo de acercarse a la realidad emocional de los educandos,
permitiendo condicionar y caracterizar la manera de conocer y sentir los
estados emocionales ajenos, y es por ello que los programas educativos deben
contemplar su cultivo en cada uno de los programas, cursos, asignaturas o
materias.
[1] Diccionario de la Real Academia Española (2014). 23va Edición.
Disponible en: https://dle.rae.es/empat%C3%ADa (Consulta:
21/Sep/2021).
[2] Montejano, Sara (2019).
¿Qué es la empatía y cómo desarrollarla?
Blog profesional PsicoGlobal. Disponible en: https://www.psicoglobal.com/blog/empatia-desarrollo (Consulta:
21/Sep/2021).
[3] Martínez-Otero Pérez,
Valentín (2011). La empatía en la
educación: Estudio de una muestra de alumnos universitarios. Revista
Electrónica de Psicología Iztacala. Volumen 14, Número 4. Universidad Nacional
Autónoma de México. Disponible en: https://www.medigraphic.com/pdfs/epsicologia/epi-2011/epi114j.pdf (Consulta:
21/Sep/2021).
[4] Moreno, Marta (2019). La importancia de la empatía en la
profesión docente. Blog Educativo Educación 3.0. Disponible en: https://www.educaciontrespuntocero.com/noticias/importancia-de-la-empatia-docente/ (Consulta:
21/Sep/2021).
[5] Término planteado por Martínez-Otero (2011) en sus conclusiones.
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