Actitudes
que nos hacen docentes más empáticos*
Quiero empezar este artículo
haciéndote una pregunta sencilla: ¿Te
consideras un docente empático? Depende, me dirás. Me refiero a si escuchas con atención lo que tienen que decirle tus
alumnos, lees su comunicación gestual y eres capaz de descifrar cómo se
sienten, das validez a sus emociones y les ayudas a expresarlas sin dañarse
o dañar a los demás.
Si te implicas en todas estas
acciones y participas afectivamente de la realidad emocional de tus alumnos, no
es necesario que continúes leyendo. Sin
embargo, si crees que podrías hacerlo todavía mejor y quieres, ¡te espero unas
líneas más abajo!
1. Pregunta antes de afirmar
Este es el primero de los
trucos que puedes aplicar desde hoy para que la comunicación en el aula cambie.
Por lo general, todas las personas solemos imponer nuestra postura y obviamos
que existan otras realidades. Así que, te
propongo cambiar el común “otra vez te has dejado los deberes en casa” por “¿le
ha sucedido algo a tus deberes?”.
De esta manera, estarás fomentando el diálogo y mostrando interés
por lo que ha sucedido. Así, te será más fácil que tus alumnos se sientan
cómodos para expresarse contigo, y compartir sus problemas y preocupaciones.
2. Empieza tus conversaciones interesándote por el otro
¡Qué sencillo es y cuánto nos
cuesta a veces! Te propongo un reto: Prueba
a empezar hoy las conversaciones con tus alumnos un “hola, ¿cómo estás hoy?”.
Estarás dando un primer paso para que esa persona se abra y te explique cómo se
siente. Por un rato, evita hablar sobre ti y céntrate en escuchar, aprenderás
mucho.
3. Conoce a tus alumnos
Proponte descubrir cosas que
desconoces sobre tus alumnos: Qué hacen
al salir de la escuela, qué les gustaría aprender en clase, qué opinan sobre un
tema concreto, etcétera. Todo lo que descubras te resultará de gran ayuda
para tus clases, podrás emplearlo para motivarlos y centrarlos en la tarea.
4. Adiós prejuicios y etiquetas
Conoce a tus alumnos por
primera vez. Suena loco, ¿verdad? Dales
la oportunidad de verles hoy sin los filtros que tú mismo te has impuesto con
el paso del tiempo: Raúl es un trasto, María es muy buena alumna o a Juan
no se le dan bien las matemáticas.
5. Piensa en positivo
¡Ponte
las gafas de la felicidad! Durante un rato, presta
atención solo las cosas que hacen bien tus alumnos y destierra lo malo. Hazles
saber lo mucho que valoras el esfuerzo que dedican en aprender y cuánto han
aprendido desde el inicio del curso. No te permitas ningún pensamiento negativo
y si por un momento te aborda un problema, ¡transfórmalo en una oportunidad!
Puedes
practicar este cambio de actitud con la sencilla dinámica de “El semáforo de la
felicidad”. ¡Te la explico a continuación!
Al final de la semana, durante
la asamblea semanal o la clase de tutoría, da a tus alumnos unos folios en blanco con caras que expresen
diferentes emociones: alegría, miedo, tristeza y enfado. Pídeles que
coloreen aquella que describa mejor su estado de ánimo a lo largo de la semana
y que coloquen ese folio, de forma anónima, en una bolsa o cajita.
Toma todos los folios y,
delante de ellos, haz el recuento de los resultados. Apunta cada semana en un póster cuántas caritas ha habido de cada tipo
y juntos comparad esta semana con la anterior: ¿qué cambios ha habido?,
¿hay más caritas alegres? o ¿hay muchas caritas enfadadas esta vez?
Preguntaros por qué ha habido
estas variaciones y tú, docente, da paso al diálogo. Permite que los alumnos expresen libremente cómo se han sentido, por
qué están alegres o por qué no lo están. Escucha y muéstrate empático con
los consejos que has leído anteriormente.
*Artículo tomado de la página
EDUCACIÓN 3.0
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